domingo, 9 de noviembre de 2014

Mozambique 6/07/2013

Salimos para el mato.
Nos levantamos temprano y llueve. Hay goteras en el techo, la rehabilitación que se está haciendo de la casa, tiene fallos. Ana nos pide, a Victorino y a mi, que averigüemos donde está la gotera. Aunque la vemos desde el interior de la casa, Vitorino me pide que salgamos a la cubierta. Salimos, cierra la puerta y me dice: “Tranquilo, tranquilo, paciencia, muchos antes que tú se han ido, solo hay que tener calma". Vitorino es un buen hombre, sencillo, servicial y aterrorizado. Ahora que hemos vuelto, no sabe que le espera la culpa de haber desaparecido dos motosierras que estaban a 350 Km de esta casa. ¿Para que puede querer Victorino las motosierras?¿para cortarse las uñas de los pies?. Pues ella está “certa” de que quien las ha robado es Victorino.
Mientras preparamos las cosas para llevarnos, Ana me pregunta:
  • ¿Crees que soy una esclavista, como asegura mi hijo?
  • No Ana, eres severa y estricta pero tanto como esclavista no (miento como un bellaco; pero no quiero follones de buena mañana)
Victorino recapacita de lo que me ha dicho en la azotea y esperando un momento en que estamos solos, me pide que no diga nada a la señora de lo que hemos hablado
  • Si ella pregunta tu dices que solo hablamos de trabajo – y añade – somos hombres y tenemos que apoyarnos.
  • No te preocupes Victorino.
Salimos para el Mato; pero antes tenemos que recoger al Sr Pita, un anciano mozambiqueño que sabe reparar motosierras, y a un chino que viene a medir los troncos que Ana tiene cortados para valorarlos y comprarlos.
Ana llama al Sr Pita y le pide que salga a  la carretera que lo recoge allí. Yo doy por supuesto que sabe donde vive y que solo tiene que recogerlo en la carretera que pasa por su casa. Pues no es así: que da en la carretera pero en ningún punto concreto. Esa carretera tiene unos 5 Km. con casitas a ambos lados y una fila interminable de africanos que circulan por ambos lados. Ya podéis imaginar lo que supone recorrer esa carretera tratando de encontrar a un africano que solo he visto una sola vez en mi vida. Una aguja en un pajar.
Pasa un Km y sin verlo. Ana se pone nerviosa. El chino llama desesperado porque han quedado a las 10 y ya son las 12. Ana se desespera porque no encontramos al Sr Pita y, como conduce y no puede apartar la vista de la carretera, me pide que coja su teléfono, busque el número del Sr Pita y lo llame.

Le digo que teníamos que haberle citado en la puerta del cementerio hindú que es un punto concreto. Como no conozco el teléfono de Ana no doy con el número que buscamos. Ana empieza a llamarme inútil; pero ella que mira a la carretera no lo ve y eso que le conoce bien. Yo con la vista en el teléfono, y el rabillo del ojo en la carretera, lo veo y le digo que pare. Se calma. Y el Sr Pita sube a la parte de atrás (El vehículo de Ana en un Land Cruiser con una cabina para 2,5 pasajeros con el volante a la derecha, y una zona de carga detrás, donde suben los africanos y, por lo tanto, el anciano Pita.
Llegamos a aserradero del chino que como es tarde nos invita a comer. Naturalmente, el Sr Pita se queda vigilando el coche.

Terminada la comida, partimos para la concesión.
Ana es una conductora muy competitiva y agresiva. No soporta a ningún vehículo delante de ella o que pretenda adelantarla, Por baches que haya, los salta (así tiene los faros; uno apunta al suelo y el otro al cielo).
  • Me enseñaron a conducir así cuando trabajé para una compañía alemana - me dice mientras vuela por encima de uno de los baches - En el examen de conducir me suspendieron varias veces porque el profesor me tenía envidia.
Durante el camino la desolación es absoluta. 350 Km de bosque arrasado. La primera zona que se le puede llamar boscosa es la de Euromoz; aún así, la fauna es inexistente. Los guerrilleros acabaron con el 90% de ella durante la guerra y la población local y los madereros se come lo que queda. Todo está cubierto de trampas y se utiliza el fuego para sacar lo que esté escondido. Muchos menos pájaros que en España (y comparado con Senegal, ni te cuento) 2 ardillas y hoy he visto un babuino canoso en una zona quemada ¡Ah! y un conejo, pero eso lo contaré en otro momento). Muchos perros, cabras y gallinas y algún que otro gato. Nada más.
Su concesión es la base de la RENAMO (Resistencia Nacional Mozambiqueña) opositora armada de la FRELIMO (Frente de Liberación Mozambiqueño) partido que está en el poder desde la guerra y cuyo presidente es un genocida. Hoy hay cierto movimiento de tropas por la carretera pero solo es una demostración de fuerza por ambas partes para forzar negociaciones. No hay de lo que preocuparse ya que, al parecer, la facción que está en los bosques de Ana son más democráticos que los que están en el poder (al menos eso dice Ana).

Paramos a comer en Gorongosa. Antes pasamos por el mercado del pueblo; es el primer lugar donde veo un puesto de ratas (foto). Compramos un montón de patatas, tomates y algunas cebollas. La comida aquí no es barata. Las patatas o los tomates cuestan unos 40 meticales por Kilo (un euro/Kg), y la ropa y los artículos de lujo, como son de importación, más caros que en España. No se como pueden vivir con un sueldo que oscila entre los 100 y los 200 euros al mes, Miseria en cantidades enormes.
Comemos en la “Casa Azul” (que está pintada de verde) un bocadillo de ternera y una Cocacola (en la foto el Land Cruiser de Ana aparcado en la Casa Azul). Le llevo lo mismo al Sr Pita que se ha quedado en la trasera del coche. Ana me encarga que le diga que se lo coma fuera para no mancharle de migas la zona de carga de su vehículo. No le hago ni puto caso; en cima que el pobre hombre tiene que comer de mala manera mientras que los bancos comen en el restaurante, tiene que hacerlo de pié en la calle y vigilando el coche.
Cuando entramos en la concesión de Euromoz, paramos en su primera base en Nhapapuza, es de noche y mientras hablamos con el guarda, el Sr Pita aprovecha para ir a orinar. No ha podido en todo el viaje. Ana lo confunde con un intruso y va tras él llamándole la atención por entrar en propiedad privada.
Paramos en el Campamento de Dampa, para saludar a los trabajadores. Allí todo el mundo está 24 horas en el puesto de trabajo, se come y se duerme allí, y cada dos fines de semana se van a ver a su familia; por un sueldo de 100 ó 200 euros al mes.

Uno de los trabajadores le pide la llave del cuarto de las herramientas, se la da y me pide que tome nota de las herramientas que coge para que las devuelva antes de irnos.
  •  ¿Y vas a dejarle el cuarto de las herramientas cerrado hasta que volvamos a venir?. ¿Como pueden trabajar sin herramientas?
  • Es que me las roban.
  • ¿Y no puedes poner a alguien de responsable de ellas?. Y aunque te la roben ¿te compensa tener a la gente toda la semana mano sobre mano a la espera de que vengas para que le des las herramientas?
Me dejó sin respuesta. Si fuese herramienta valiosa lo entendería pero hablamos de destornilladores que no los venden ni en las tiendas de segunda mano en España.
 
En todos los puestos que paramos preguntamos como está la situación; es importante, pues si la cosa se pone fea entre gobierno y oposición, hay que salir pitando.
Paramos en la zona de corte para ver como va el trabajo y hacemos escala final en el campamento principal (que no recuerdo como se llama) para dormir. Esta formado por varias casas a medio rehabilitar y 5 tiendas de campaña tipo militar con dos camas plegables cada una.

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