sábado, 25 de octubre de 2014

Mozambique 4/07/2013

Aunque con un año de retraso y por capítulos voy a contar mi experiencia en Beira (Mozambique).


No se cuanto tiempo voy a durar en esto. Tengo una paciencia que creía eterna. Ya sé porqué han abandonado mis antecesores en el puesto, ya me imagino porque su sobrina no quiso venir (solo sé la versión de la jefa), ya se porque aquí le hacen el vacío social, ya se porque el hijo no quiere trabajar con ella. No hay quien la aguante. Su hijo prefiere vivir dando clases de submarinismo en Indonesia, que estar aquí aprendiendo el oficio para heredarlo.
No se ni por donde empezar.

La empresa tiene sus oficinas en la casa de la jefa y yo vivo con ella (todo junto). Ella tiene conexión a Internet pero quiere poner WIFI para que pueda conectarme con mi familia en España. Un detalle de agradecer.

Aquí no hace falta que sepa arreglar nada. De hecho no quiere que arregle nada; no se fía de mi; prefiere que el trabajo lo haga algún "negro" local. Mi trabajo debe consistir en vigilarlos para que no duerman ni que roben en el trabajo y, sobre todo, ser una computador andante; una grabadora humana que le recuerde todo lo que tiene que hacer, todo lo que ha hablado con la gente, etc, Tengo que apuntarlo todo; PERO TODO y a su estilo; que no tengo inconveniente a hacerlo; pero necesito tiempo para aprenderlo; no puedo evitar haber nacido sin saberlo y no he hecho el curso de asistente de Ana Alonso.

El día de hoy ha sido infernal.
Lo normal en España es que si quieres cambiar una ventana de madera, llames al carpintero y que te lo haga. Ella, no. Ella le da dinero para el autobús (el machibombo) para que vaya a su aserradero (serrasades) y haga la ventana con su madera, trae a un albañil (pedreiro) para que quite la vieja y ponga el marco de la nueva; luego coge al carpintero y se lo lleva a la ferretería para que le diga que clavos necesita. Antes de pagarlos pregunta por el jefe supremo y le pide el mayor de los descuentos; pide un recibo y vuelven todos a seguir con la ventana.
Luego me alardeaba del dinero que ha ahorrado:
- He conseguido un buen precio y he evitado que el carpintero me robe
- Piensas que has ahorrado porque no cuentas el tiempo que has perdido en ir a comprar, que vale mucho más que el tiempo del carpintero.
Y me dio una respuesta sin sentido

Va a por los cristales de las ventanas (por cierto son carísimos ya que se importan de Sudáfrica). Para ahorra dinero se los trae ella misma con su furgoneta.
- Ana, se nos han olvidado los guantes y es peligroso manejar cristales sin ellos.
- Es cierto, Pedimos unos cartones.
Subimos tres trabajadores en la parte de atrás para sujetar los cristales.
- Ana, ten cuidado que estas carreteras están llenas de baches y se pueden romper los cristales.
- Iré despacio.
Llegamos de milagro a casa y antes de descargar, le digo a los trabajadores.
- No os mováis que voy por los guantes.
Cuando vuelvo me encuentro a los trabajadores y a Ana descargando un cristal que se ha roto.
- ¡¿Donde estabas?! – Me grita Ana
- He dio por los guantes.
- Tu sitio está aquí vigilando que no pasen estas cosas.
- Les he dicho que no se muevan que voy por los guantes.
- Pues no, se lo tienes que decir más veces, y despacio.
Y a cara de perro se pone a dirigir la descarga de los cristales.
En privado, le digo: A mi no se me han roto los cristales; se han roto estando tu. Y es que si doy la orden de que no se muevan hasta que traiga los guantes y tu llegas y les das la orden de descargar, evidentemente tu orden está por encima de la mía. Por lo tanto se ha roto el cristal bajo tu dirección, no bajo la mía.
Vamos a comprar unos neumáticos (pneus) para una de las camionetas. Sus trabajadores de encargan de ponerlas porque dice no fiarse de dejarla en el taller porque se la roban.
En la tienda, después de subir escalafones para encontrar la mayor rebaja, los paga y le dan un albarán para que se los den en el almacén. Le entrega el albarán al encargado del almacén que ya tiene un par de albaranes de otros clientes en sus manos. Al ver que pone su albarán al final de los otros, de malas maneras se lo arranca y exige que se los den ya. El hombre le da la espalda y sigue atendiendo a los que estaban primero. Como ella ve que no la hace caso, entra en cólera como la típica blanca colonial que se cree que puede tratar a los negro como esclavos. Lo llama, una y otra vez y lo persigue. El hombre se gira y le dice con mucho respeto, que tiene otros clientes antes y que tiene que esperar su turno. Y sigue su proceso típico, que ya conozco y que es: Cólera injustificada, sermón y explicación como los demás deben de hacer las cosas y cuando empieza a darse cuenta que ha perdido los papeles (cada vez dudo más de que se de cuenta de ello) empieza a justificar su desproporcionada actitud.


Al día siguiente,
Al terminar la reunión de principio del día, primera bronca.
- ¡Paco, no puede ser!. ¡Te lo he dicho veinte veces, te necesito para que me recuerdes las cosas! ¡Así no vamos bien, me das más problemas que soluciones!, yo necesito quien me ayude y tu no lo estás haciendo. Se te ha olvidado recordarme lo de tu WIFI.
- Ana, era una reunión de trabajo y no me parecía oportuno introducir una WIFI que es personal.
- ¡Como personal!, ¡eso es parte de la empresa!.
Así, siguió despotricando con su característica fase de cólera, después un sermón que nunca sabe terminar y cuando, al fin parece darse cuenta que está fuera de lugar, empiezan las “disculpas” con argumentos absurdos.

Llegamos a la casa y antes de comer, lección de como se deben tomar apuntes. Posit de distintos colores, según su función, distintos rotuladores de colores, separación entre párrafos, tipos de letra, funda de plástico, etc
Comemos, lo de siempre porque Fátima no sabe hacer otra cosa: Hervido de patatas y brécol con salsa de pimentón (como la del pulpo a la gallega); tazón de maracuyá (que es como el limón pero con pepitas), una naranja y una rodaja de piña. Y se va a dormir la siesta como todos los días.
Yo aprovecho para ir adelantando trabajo y apuntarme a limpio el trabajo del día siguiente.
Se despierta de la siesta y me pregunta.
- ¿Como que no estás en Internet?
- Estaba adelantando el trabajo de mañana.
- ¡TENÍAS QUE HABER APROVECHADO EL TIEMPO QUE YO ESTABA DURMIENDO PARA ENTRAR EN INTERNET!
- A mi no me parece correcto aprovecharme que estas durmiendo para desconectar tu ordenador. conectar el mio para conectarme a Internet para asuntos personales.
Broncón inmenso, porque ella necesita el Internet y no puede dejármelo.
- No pasa nada, Ana, mi familia sabe que no tengo WIFI aún, y no es imprescindible
- ¡AHORA TENGO QUE UTILIZAR EL RESTO DEL DÍA EL INTERNET Y ME VOY A SENTIR CULPABLE. ESE RESPETO TUYO ES EXCESIVO
Bronca, sermón de como debo de hacer las cosas, bronca, más sermón...
Al final me dice que necesita que yo coja el Internet para que ella no se sienta culpable, mientras irá haciendo otras cosas. "¡Pero úsalo el tiempo que necesites, no vayas a usarlo de menos porque a mi me haga falta!".
Por evitar follones, me pongo a utilizar el Internet.
Apenas un cuarto de hora después, viene y me dice: “Mientras tu estás en Internet chateando con tu familia, yo estoy haciendo tu trabajo”
Respiro hondo y me sale entre por un oído y me sale por el otro.
Cuando termino (una media hora) se lo digo, y me dice que antes de ponerse en Internet vamos a repasar los asuntos del día siguiente; pero no se como, vuelve al asunto de no haber aprovechado el Internet durante su siesta y, a pesar de que yo no respondo para o calentar el asunto, ella sola se va calentando hasta su bronca, sermón y justificación, entonces saca el asunto de que yo estaba en Internet mientras ellas hacía mi trabajo y bronca, sermón y bronca.
Llega el asunto a un punto que le digo: Ana, tienes razón, yo no soy tu hombre, será mejor que vuelva a España.
- ¿Y LA INVERSIÓN QUE YO HE HECHO EN TU VIAJE?
- Yo te la devuelvo, no te preocupes.
- ¡Eso nunca!
Empieza a calmarse y decide que nos pongamos a revisar los archivos de sus vehículos. Y me pregunta
- ¿Como pensabas que arreglar estos archivos?
- Como desconozco la forma en que a ti te gusta tenerlos ordenados, pensaba informatizarlos todos y una vez hecho se pueden listar para tenerlos en papel.
- ¿GUSTAR? NO TE TOLERO QUE DIGAS GUSTAR, NO ES CUESTIÓN DE GUSTO ES CUESTIÓN DE EFICACIA, LO DE LOS GUSTOS ES DE JEFES CAPRICHOSOS, y bla, bla, bla.
Bronca, sermón y al ver que voy poniendo cara de mandarla a la mierda, decide empezar a explicarme como quiere los archivos.
Así, se hacen las 9 de la noche y decidimos irnos cada uno a su cuarto. Todas las noches anteriores cenamos juntos. Hoy no, he preferido desahogarme escribiendo estas líneas.
Hace un momento ha venido a preguntarme si voy a cenar y “para que no se dienta mal” le he dicho que cenaré más tarde. Aunque maldita la gana que tengo.

Esta señora está mal, pero muy mal. Se ha empeñado que su chófer (motorista) Amare, es un espía que le ha puesto el Gobierno y ha mandado al su abogado que lo investigue. Hemos pasado por una mezquita y me dice que sabe cierto que aquí está Bin Laden. Hemos pasado por unos silos y me dice que no son de grano porque no hay tanto aquí; que es un escondite de armamento nuclear de Al-qaeda.
Ha comprado micros para instalarlos en la casa para oír que hablan de ella.
Yo borro los mensajes que envío a mi familia porque no me extraña que los mire en mi ausencia.
Echó al pintor porque dice que la envenenó y no murió porque se dio cuenta a tiempo y se hizo un lavado de estómago. Luego reunió a los trabajadores y los maldijo para que a ellos o a sus familiares les pasase lo mismo y al enterarse que la hija del pintor se puso enferma, pensó que su maldición había hecho efecto con lo cual descubrió que él era culpable de su intento de envenenamiento.

Mozambique 3/7/2013

Aunque con un año de retraso y por capítulos voy a contar mi experiencia en Beira (Mozambique).


Hace un par de días que he llegado y esto no es el paraíso. No hay paraísos donde hay humanos, sean del color que sean.

La ciudad es fea, la gente pobre y, por lo tanto te “acosan” más que en Alicante. Se ofrecen para llevarte los bultos, empujarte el carro del supermercado; lo que sea para ganar unos meticales. Y no puedes atender a todos.

Hasta los árboles que me rodean son feos. El árbol que menos me gusta es la casuarina (hay algunas en la esquina del cuartel más cercana a la Universidad de Alicante) y los únicos árboles que tengo en mi entorno son, precisamente, casuarinas.

Mi “asistente”, Victorino, aunque aparenta 14 años, tiene 21 y no tiene zapatos.

La casa tiene la única ducha, entre la entrada principal y el salón. No tiene puerta, ni cortinas, ni mampara. ¡Y yo acostumbrado a echar el cerrojo!.

En fin, que a veces me da el bajón y me pregunto que hago aquí. Me siento exiliado; como Napoleón en Santa Elena.

Aún no tengo internet, La jefa me deja un par de horas mientras duerme la siesta de 5 a 7 aproximadamente.

El móvil mio no vale ni su Wasap. Me van a facilitar uno pero creo que no tiene Wasap