Al final, los poderes de siempre han acabado comprando la prensa libre, en un nuevo intento de coartar la libertad de expresión. Afortunadamente esta libertad está ahora en Internet y gracias a ella, en los países del norte de África, los ciudadanos han podido plantar cara a los tiranos que les tenían sometidos (menos en Libia que los políticos europeos amigos de Gadafi han dejado abandonados a su suerte).
Ahora, después del terremoto y el tsunami que ha arrasado Japón y la central nuclear de Fukushima amenaza con acabar con la vida que queda al rededor, todo el poder pro nuclear acompañado de los políticos y periodistas que tienen a su servicio se han apresurado a lanzar mensajes manipulados para desviar la atención e intentar que este desastre no acabe con sus aspiraciones.
Empezaron alardeando de lo bien que las centrales nucleares habían aguantado el terremoto; siguieron diciendo que el incendio y las explosiones no habían afectado el núcleo, solo a elementos “decorativos” de la central (de risa); después que es imposible que haya fugas radioactiva; que la radioactividad se quita con pastillitas de yodo. Y ahora, a la desesperada, viendo que no hay forma de acallar las malas noticias han optado por dos vías: unos empiezan a platear que “más muerte muertes producen las centrales de gas o los accidentes de coche y por lo tanto merece la pena los muertos que hayan, con tal de tener una energía barata” o bien hablan de otra cosa para que el mal trago pase pronto, se nos olvide y dentro se un par da años volver a la carga.
Otra estrategia que están planteando es la de someter a “test de seguridad” a la centrales europeas. ¿En que consisten esos test?, ¿van a simular un terremoto cimbreando las centrales con excavadoras?. Lo que van a hacer es hacer unos de esos simulacros tan bonitos y tan coquetos en el que todo sale muy bien, con bomberos vestidos con sus uniformes de gala y actores manchados con salsa de tomate figurando estar heridos llegando a la conclusión de que las centrales nucleares europeas son mejores que las japonesas y están a prueba de bomba.
Yo lamento profundamente lo que le ha pasado al pueblo japonés (dócil y disciplinado). Y lo lamento porqué estoy convencido que si nos hubiesen hecho caso a los ecologistas, que llevamos luchando hace tanto tiempo en contra de las centrales nucleares, ahora no estarían pasando por esto.
Ni ellos ni nosotros. El uranio 235 es un isótopo radiactivo con un periodo de semi- desintegración de 704 millones de años (http://es.wikipedia.org/wiki/Periodo_de_semidesintegraci%C3%B3n) Lo que quiere decir que, si llega al mar a través del agua con que están tratando de enfriar los reactores, aunque se lo coman los peces y estos peces se los coman otros peces, aunque se evapore con el agua para formar nubes que lluevan en cualquier parte del planeta, no desaparecerá hasta 704 millones de años (al menos). Durante ese tiempo, nosotros y nuestros descendientes estaremos expuestos a coger un cáncer y no tendremos pruebas de que está producido por el escape de Fukushima. Los isótopos radiactivos no tienen ni “denominación de origen” ni llevan la etiqueta de “made in Japan”.
Los responsables de todo esto son los pro nucleares. ¿Cuantos muertos hacen falta para que se den cuenta de que están equivocados?. Ni Harrisburg, ni Chernobil, ni Fukushima les parece suficiente. Seguirán buscando argumentos hasta conseguir los beneficios económicos de la energía nuclear, cueste la vida que cueste. Y lo harán amparados en que el “chapapote” derramado por la central, ni se ve, ni se huele, ni se nota; amparados porque, aunque dura millones de años, los que caigan enfermos y muertos por su causa, no podrán demostrarlo.
Pero, ¿en España volveremos a la prehistoria sin energía nuclear?. Podemos, perfectamente vivir sin energía nuclear. En España, este tipo de centrales, solo nos proporcionan el 17,8% del total de la energía que consumimos (http://www.mityc.es/energia/balances/Balances/Paginas/Balances.aspx) por lo tanto con un poco que ahorremos o con un poco que aumentemos produciendo energía alternativas, podemos prescindir de la energía nuclear.
En este mundo hay dos tipos de personas: las que luchan por dejar a sus hijos un mundo mejor que el que ellos conocieron y los que quieren vivir bien cueste la vida que cueste y aunque le dejen a sus hijos un mundo radiactivo durante millones de años. Yo, claramente, soy de los primeros.
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